lunes, 29 de agosto de 2011

La Leyenda del Hombre Lobo...

Animales poderosos y peligrosos, los lobos han sido por mucho tiempo el terror de los campesinos cuando el hambre los empuja hacia las aldeas en el invierno. No es de asombrase, por lo tanto, que la imaginación popular haya inventado que ciertos seres humanos puedan transformarse en lobos y devorar a otros hombres. Durante los siglos XV y XVI, los hombres lobos, como se les llamaba, fueron un tema recurrente, ya que una verdadera psicosis reinaba entonces entre el campesinado y numerosos individuos acusados de "licantropía" (capacidad de transformase en lobos) fueron juzgados y condenados por los tribunales por haber cometido asesinatos de carácter canibalesco bajo la apariencia de lobos.
Gilles Garnier, hombre lobo y caníbal
Puesto que nadie, en esa época, dudaba de la existencia de los hombres lobos, en los que se veía una manifestación del diablo, personas muy sabias disertaban sobre los casos registrados. Pedro Mamor, rector de la Universidad de Poitiers en el siglo XV, no muestra escepticismo alguno cuando comenta el siguiente testimonio: una campesina habría visto a su marido vomitando el brazo y la mano de un niño que habría devorado mientras su cuerpo había tomado la forma de un lobo...
Los anales judiciales registran muchos procesos de los cuales comparecen personas sospechosas de ser hombres lobos. En 1521, en Francia, dos campesinos, Burgo y Vicente, fueron juzgados bajo esta acusación. Sin embargo, uno de los procesos más famosos se desarrolló en el Franco Condado en 1574, cuando se juzgó a un hombre llamado Gilles Garnier, acusado de haber asesinado a muchas personas, entre ellas a varios niños, y de haberlas devorado después de transformarse en lobo.
¿Cuáles fueron las pruebas presentadas? ¡Las de haber ofrecido de esa carne a su mujer! A través de un pacto con el diablo, Garnier adquirió la capacidad de transformase en lobo. Muchos testigos cuentan en el proceso haber tenido conocimiento de este pacto. El mismo acusado reconoce haber utilizado un ungüento mágico para cubrir su cuerpo antes de atacar a sus víctimas.
El proceso contra Garnier es muy similar a aquellos en que se juzgaba a hechiceros o brujas y el culpable era condenado a la pena habitual en los casos de hechicería: a la hoguera. Contrariamente a las serpientes, se desplazan con ondulaciones verticales. Inmediatamente, Lagésille hace alistar uno de los cañones de repetición del buque y ordena un disparo a 600 metros.
El tiro es ligeramente corto y los animales, asustados, vuelven a sumergirse "resoplando ruidosamente y dejando en la superficie un remolino similar al de una rompiente. Los testigos tienen el tiempo de observar la pequeña dimensión de sus cabezas.
Una "epidemia" extendida y duradera
En 1589, un asunto bastante parecido ocurre en Alemania. Un campesino llamado Pedro Stumf es acusado de haber asesinado y devorado, bajo la apariencia de un lobo, a trece niños, entre ellos a su propio hijo, y de haberse festinado con su cerebro... El culpable fue ejecutado cerca de Colonia. Pero la licantropía no es sólo un atributo masculino. Las mujeres también son capaces de transformarse en lobos. En Lausanne, en 1604, cinco brujas metamorfoseadas en lobas se llevan a un niño y lo devoran después de haberlo hervido -extraño refinamiento en seres acusados de actuar como animales. Como pareciera que estos hechos fueron comprobados, ellas también fueron quemadas vivas.
La obsesión por los hombres lobos es, pues, inmensa por lo que se organizan en Francia, en numerosas provincias, batidas destinadas a cazar a estas criaturas inmundas. Hasta cerca de 1610, numerosos casos fueron registrados. En el siglo de la razón, el de descartes, el oscurantismo y el fanatismo continúan dando libre curso a un celo asesino. Leyendas que se refieren a hombres que se transforman en lobos son conocidas desde la Antigüedad. El término mismo de "licantropía" viene del nombre de un rey griego, Lycaon, soberano de Arcadia, transformado en lobo por Zeus por haber osado servirle carne humana durante un banquete.
El rigor de los inviernos a fines de la Edad Media y a comienzos de la época moderna así como el temor a los lobos, todavía muy presente en los bosques de Europa entre los siglos XV y XVI, pueden explicar la epidemia de hombres lobos que se produjo en esa época. Pero la convicción de que un ser humano puede transformarse en un animal depredador no es sólo propia del mundo occidental.
La figura del hombre tigre y la del hombre cocodrilo desempeñan un rol análogo a la del hombre lobo en las leyendas indias y africanas, por ejemplo. A pesar de que es imposible que un hombre se trasforme efectivamente en lobo, ello no significa que algunas mentes enfermas no hayan podido creer que ellas mismas son capaces de tal metamorfosis. Por lo demás, el término licantropía designa en psicoanálisis una dolencia en la cual el paciente se imagina ser un lobo, alucinación que explica sin duda el extraño desarrollo de ciertos procesos y las confesiones de los acusados.
Los niños lobo
El tema del niño lobo ha inspirado algunas antiguas mitologías, tal como la historia de Rómulo y Remo, los hermanos fundadores de Roma, cuya leyenda cuenta que fueron criados por una loba. Pero muchos casos de niños alimentados por lobos sucedieron realmente.
En la Europa medieval: En Hesse, en 1341, se registra por primera vez el hecho de un niño criado por lobos. El muchacho, descubierto por unos cazadores, se desplazaba exclusivamente en cuatro patas y saltaba muy alto. Cautivo, no soporta su nueva vida y muere rápidamente. Tres años más tarde, se menciona un nuevo caso de un niño alimentado por lobos. Esta vez, el retorno a la civilización no acarrea la muerte del niño, quien aprende a hablar y vive hasta los 80 años. Los documentos evocan, sin embargo, su tristeza al haber sido separado de los lobos.
Las muchachitas de Midnapore: La mayor parte de los casos de niños lobos modernos se han registrado en la India, particularmente en la selva de Bengala. La historia más célebre es la de las niñas de Midnapore.
Fueron dos jovencitas, descubiertas en 1920 por un misionero indio, el reverendo J. Singh. Encontradas en la cueva de una loba, las pequeñas fueron conducidas al orfelinato de Midnapore, de donde dependía el reverendo. La más joven fallece rápidamente, sin haber podido caminar ni hablar, y la segunda, aprende penosamente a sostenerse de pie y a pronunciar algunas palabras.
Un caso reciente: Nuevamente en la India, pero en 1976, en la selva de Sultampur, se encuentra un niño de cerca de ocho años, que juega con unos lobeznos. Está hirsuto y sucio y sus uñas son largas como garras. Los aldeanos que lo descubren tratan en vano de civilizarlo y luego lo confían a las Misioneras de la Caridad en Lucknow, al norte de Nueva Delhi, junto a las cuales el niño vive hasta su muerte, en 1985.

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